domingo, 6 de junio de 2021

BAILAR O DORMIR fanzine numero 5 ciudad de la plata bs as argentina 2021 punkdemia...

 


Pasaron cien días de aislamiento a causa de la pandemia. Cien días de cuarentena. Cien días repartidos entre incertidumbre, amargura y ansiedad. Este es el testimonio de algunos punks durante este primer tramo de un confinamiento que arrancó allá por fines de marzo y que no se sabe bien cuándo termina... si es que termina.

OTRO DIA MAS EN CUARENTENA X FRANCISCO ALTAMIRANDA

Al otro lado de la ventana todo marcha según lo esperado: el convincente simulacro de vida no se detiene, la sonrisa de un planeta enfermo y herido de muerte sigue ahí; las caprichosas líneas imaginarias que delimitan países (negociadas a sangre y fuego) siguen ahí; el trazado político de provincias, partidos y localidades sigue ahí; esta ciudad que es un cementerio, este barrio que es una tumba, y esa avenida que se consagra vigorosamente a llevar y traer carrosas fúnebres de un sitio a otro, siguen ahí; vecinos desesperándose por comprar cosas que no necesitan, otros vecinos desesperándose porque no tiene plata para comer ni un lugar dónde pasar la noche, siguen ahí. Se dice que el mundo está cambiando estos días pero todo lo que me molesta sigue ahí.

En silencio contemplo el escenario, aupando delicadamente a uno de mis gatos, en el poco tiempo libre que me dejan las muchas horas de teletrabajo, las tareas de la casa, los extensos o monosilábicos diálogos que mantengo con mi compañera, la interacción virtual con amigos queridos, la interacción virtual con desconocidos, la lectura de materiales que supuestamente me iban a ayudar a transitar esto de la mejor manera posible, la frustración de que nada de eso me ayude realmente. Los momentos en la ventana constituyen una suerte de alivio para mi imaginación, un contrapunto menos dramático para el panorama frio y distante que llevo dentro mío.

Me preocupa estar volviéndome insensible. Es un tema de cierta recurrencia en las charlas que venimos teniendo las últimas semanas. Lo charlamos en el desayuno, lo charlamos cuando ella vuelve de trabajar, lo charlamos en la sobremesa después del almuerzo, lo charlamos mientras pongo un disco de Tilt, lo charlamos mientras ella escucha Metro y medio, lo charlamos en la cena, lo charlamos antes de acostarnos. Cuando no lo charlamos estoy pensando en ello y sé que a ella también le sucede lo mismo ¿Qué está pasando? ¿Qué pasó y cómo no nos dimos cuenta antes? ¿Qué va a pasar? Acá estoy, con mi silencio y con mis preguntas, con mi derrotismo y mi incertidumbre, con mis problemas y mis mal llamados privilegios, sintiéndome ínfimo frente a algo tan grande que ni siquiera puedo llegar a dimensionar.

¿Qué mierda de privilegio es tener que levantarse cinco veces a la semana antes del amanecer y acostarse todos los días después de las doce, estando permanentemente atareado, alienado, endeudado y preocupado por el mañana?

La normalidad que teníamos antes me parece atroz, y la normalidad a la que se espera volver: una ficción ¿A dónde queremos volver? ¿Tan bien estábamos como para querer volver a vivir atrapados en una rueda que gira gracias a nuestro esfuerzo, una rueda que gira todo el tiempo sin importar si tenemos ganas, fuerzas, tiempo, interés en hacerla girar, mientras que en algún lado hay un par de trajeados beneficiándose de esos giros sin sudar una gota, una rueda que gira y gira y siempre deja a alguien atrás, afuera, abajo, a un costado, una rueda que gira no sabemos si avanzando o retrocediendo pero definitivamente lo hace sobre la miseria, el hambre y el sacrificio de miles de millones de personas, animales y vegetación? ¿Cómo podemos querer volver a participar de una carrera por la vida donde nunca vamos a ganar? ¿Será que la carrera se detuvo en este periodo de cuarentena?

Estoy pasando por más estados de ánimo de los que quisiera, estados de ánimo extremos y profundos, de profunda calma, de extrema ansiedad, de profundo bajón, de extrema euforia, de incertidumbre, de seguridad, y así, supongo que el encierro nos está poniendo cara a cara con lo más íntimo de nuestra naturaleza y eso no siempre es fácil de sobrellevar. De a ratos me ilusiono con la posibilidad de grandes cambios, cambios estructurales, cambios irreversibles, cambios... más todo desaparece cuando abro los ojos y veo por la ventana que todo sigue igual.

Este mundo necesita cambiar, si, pero ese cambio no pasa por que las personas produzcamos más desde la comodidad del hogar o se ajuste un poco el consumo. Esta dinámica de producir y consumir se tiene que acabar, la pandemia es sólo otro signo más de emergencia que nos dice basta. Acá y ahora, nunca fue tan necesario escuchar lo que la Tierra nos está diciendo.

CHILE, EL DESPERTAR QUE ECHÓ ABAJO LA APARIENCIA X YURI CORTES

En contexto. Escribo este intento de reflexión, en mi pequeño espacio, después de haber seleccionado algunos discos para un programa rustico que hago online, mientras escucho Ratos de Poraos y tomo una cerveza en promoción pasando el encierro forzado de una pandemia extendida y presente.

Chile es un país de apariencias, o lo era hasta que llego la primavera. Acá gustaban los discursos parcos de políticos empaquetados, de empresarios “exitosos” o rostros maternales pero respetables, que podían burlarse, reprimir, robar y asesinar, pero que mantenían la imagen. Bueno eso creía. Desde el margen, el ghetto en que decidimos vivir los “convencidos” entre quijotescos discursos ya casi llegábamos al punto en que la decepción nos apagaba apelando como en un partido de futbol a que la individualidad de un proyecto genial nos devolviera la esperanza. Colectivos, bandas, distros, zines, canciones nos mantenían endeblemente sujetando esa esperanza, más bien como un acto de consecuencia para sí mismos y no con la convicción real de la transformación.

La primavera con sus rayos solares nos abofeteó. Siempre digo que nosotros ya estábamos despiertos, que eran otros los que despertaron, sin embargo, hay que decirlo, nuestra sed de cambios salió del letargo y también fue sacudida.

Y es que había que tener esa esperanza, creer en la gente, creer en lo que hacíamos. Pero también en que no pueden estar eternamente golpeando abajo sin que el Pueblo no se aburriera. Y de la nada la gente se volvió Pueblo, ya no era una palabra ideologizada de una izquierda antigua. Otra vez se cantaron los himnos, otra vez cantaba Violeta, Víctor, Los Prisioneros. Otra vez validamos la capucha y la barricada. Y nos tuvieron miedo.

Era cosa de tiempo que entre paros y barricadas nos volvieran a traicionar. Claro en realidad difícil hablar de traición cuando hace mucho rato abandonaron sus ideas y el lugar y la conveniencia es lo que los ubica. Están cómodos. Pero se apropiaron la atribución de decidir por el pueblo y pactaron para conservar el modelo. El pueblo se resignaba a dormir. Entre calma y apariencia preparaba el nuevo despertar.

Como anillo al dedo le llegó esta pandemia a la oligarquía. Reconozcamos, son astutos y aprovechan todo, para capitalizar, hacer negocios con la muerte y el miedo de la gente. Negociados, precios a los exámenes, programas especiales en TV. Cadenas con cara de esforzados poniendo el rostro de “se están tomando todas, las medidas”. Todas las medidas mientras no paralicen los negocios, mientras el costo lo paguen los pobres, mientras el barrio alto tenga sus privilegios.

¿Qué es lo que viene? Yo espero que el miedo no vuelva, que está pandemia desnude la burda mentira de la oligarquía. Yo quiero que no vuelva la normalidad, porque esa normalidad es la naturalización de la explotación con excusas rimbombantes. La mascarilla en nuestro rostro no debe callar el grito ahogado de justicia.(extraido del numero 4)

Aki kompartiendo el numero 5 de este lindo zine editado y kraneado por amig@s hermos@s,el pachi,ludmila desde la plata,parte de los RANCHO APARTE eskribiendo y kompartiendo sus pensares y sentires....notas a bandas,reseñas de libros,musika.

extraido del blog https://bailarodormir.blogspot.com/




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